💌Hola, queridísime lectorx,
Espero de todo corazón que el mes de marzo se haya paseado por tu vida tranquilamente, mientras observabas cómo, poco a poco, los días se estiraban para finalmente, darle la bienvenida a la primavera. Deseo que hayas tenido tiempo de descansar y lo hayas compartido con tu gentecilla querida. Pero, si no ha sido así, te mando, escondido entre estas palabras, un abrazo enormísimo, casi tan grande como nuestros mejores sueños, porque, para mí, marzo ha sido arrollador.
¿Sabéis qué? Durante todo el mes, me fijo en lo que me pasa, pensando en lo que podría explicaros en esta cartita mensual. Es extraño, porque nunca quiero contar eso que sucede en lo que llaman “vida privada” –aunque no sé qué es privado y qué público, pues casi todo me acaba afectando aquí dentro, que nunca es dentro del todo–, pero al mismo tiempo pienso que no me lee tanta gente o que no todes prestan tanta atención, entonces, ¿Qué más da? Pero cuando me pongo a ello, siento que, verdaderamente, escribo esperando que unos ojos me lean de vuelta y que, tal vez, están dispuestos a entender mi dolor.
Os cuento, así, sin extenderme mucho, lo importante de finales de febrero e inicios de marzo: viajé a Madrid con mis compis de clase para asistir al EIF, y creo que se merecería una carta entera para que os pudierais hacer una idea de todo lo que pasó. Por el 8M, marché con mis compis de clase y, el día anterior, asistimos a la marcha nocturna de LH. Aquí os muestro algunas fotos maravillosas de mi compañera Martina, que nos mira así de bonito.



Siempre tengo que insistir a todo el mundo para que me puto paguen
Aitana Giráldez, Ilustradora
Os quiero ser sincera: escribo muy enfadada. MUY quiere decir, en este caso, que hace días que estoy indignada por un mismo tema. El tema, a su vez, podrían ser muchos, aunque hay una palabra que lo resume fácilmente: precariedad. Os concreto un poco más: precariedad en lo creativo.
Hace unas semanas asistí al CCCB, a una charla moderada por la periodista Anna Pacheco con algunas de las autoras de la exposición Constelación Gráfica (que os recomiendo muchísimo). En la mesa anterior, me llamó la atención que gran parte de las autoras manifestaran su incomodidad con la palabra “artista”. Para ellas, sonaba rimbombante, en algunos contextos, incluso, como algo gracioso, o lo consideraban un término demasiado aglutinador que lo decía todo y no decía nada a la vez. Si hubiera sido una mesa con cinco autores hombres® de cómic, nadie hubiera preguntado, ni siquiera dudado, de si se sienten artistas o no. Ahí lo dejo.
Anna Pacheco, quien siempre sonsaca lo verdaderamente importante, se encargó de preguntar a las artistas por las condiciones materiales en que creaban su obra, en otras palabras, por los dineros. La mayoría de ellas explicaron que su situación es precaria, les pagan tarde y mal o, muchas veces, les piden que sean ellas mismas quienes pongan precio a su trabajo, algo bastante retorcido, la verdad. Además, son autónomas y, por lo tanto, hay meses con más trabajo y otros con menos, pero, las facturas se tienen que pagar igual, y la cuota trimestral de autónoma, también. ¿Quién puede permitirse ser artista y lucir esa palabra, rimbombante o no, sin culpa, sin un peso que no ahogue y con un sueldo que nos permita vivir?


La precariedad forma parte singular de la cultura de hoy, la atraviesa y caracteriza, la define
Remedios Zafra, El entusiasmo
¿Cómo se produce arte cuando eres pobre o cuando el miedo a la pobreza ha sido tu forma primaria de enculturación? ¿Cómo se produce arte sin performar, tú, las formas de la élite que te permiten producir arte?
Brigitte Vasallo, Lenguaje inclusivo y exclusión de clase
Nadia Hafid, en la mesa, mencionó que es importante reivindicar unas mejores condiciones de trabajo para las artistas, pero sin caer en la trampa de glamourizar la precariedad, pues no es una situación cómoda, no es chulo, no es guay. Pero si hay gente pija en entornos modernos que se dice pobre, precaria, mientras crea con recursos que la sostienen -una familia con dinero, por ejemplo, por poner UN ejemplo-, hacen de eso algo guay o pasable. Así, parece que las demás disfrutemos de esa situación porque, al final, es nuestra vocación. Es ironía. No nos sirve que nos guste nuestro trabajo, que nos entusiasme, para que no nos paguéis o tardéis meses en pagarnos o os beneficiéis vosotres de nuestro tiempo mal pagado.
Lamentablemente, tal como defiende Ignacio Echevarría, en este articulo de aquí, el origen de clase, entre otros ejes de opresión, sigue siendo determinante para trabajar, a día de hoy, en el sector cultural. Además, constata:
He aquí –añado yo– una de las paradojas del sector cultural: sin un sostén familiar o medios propios, difícilmente puede nadie resistir el largo proceso de “adiestramiento” consistente en desempeñar trabajos semigratuitos como “becario” o como “colaborador” autónomo.
Como explica de manera acertadísima Remedios Zafra en su ensayo El entusiasmo, “El pago a lo creativo va implícito en su mero ejercicio”, pues usan nuestras ganas y entusiasmo como un argumento para legitimar la explotación. Sin embargo, nunca creamos, ilustramos, escribimos, dirigimos, producimos, etc, etc, aisladas del mundo material. Y decimos que es explotación porque, aunque parezca evidente, es necesario remarcarlo: mientras nosotres creamos en condiciones nefastas, hay quien se lucra de ello. Escribe La Vasallo, en el libro citado anteriormente:
La escritora y veterinaria rural María Sánchez, siempre que puede, cuenta que escribe cansada. A menudo por la noche, cuando llega exhausta de trabajar. Esa es la realidad de muchas personas que trabajan en el sector cultural. Ya lo escribió Tillie Olsen en 1962, en Silencios, “Cuesta mucho convertirse en escritora”, y añadía, sobre su experiencia personal: “[…] no cesaba de correr de un lado a otro con la esperanza de arañar dos o tres meses para escribir”. Y las pocas que han conseguido hacerlo, han sido, para Olsen, unas supervivientes, pues ella escucha atenta los silencios forzados de aquellas que no han podido tener, ni si quiera, la oportunidad de escribir. Mientras Virginia Woolf escribía sobre su conocida habitación propia y blablablá, nos pedía también que matásemos al ángel del hogar, sin decirnos que ella tenía una trabajadora del hogar que le hacía las faenas de ese angelito, al que alude Olsen: “no fui capaz de matar al ángel esencial porque nadie iba a hacer su trabajo”.
Y cuando rascamos tiempo para escribir, estamos cansadas y no tenemos ni las ganas ni el tiempo para escribir un novelón, así lo explica Sergio Chesán, en el fanzine La literatura no es lugar para pobres: “[…] mientras unos pontifican desde sus torres de marfil, otros solo tratan de expresarse como buenamente pueden”. Escribimos en el metro, en el tren, en las notas del móvil y como resultado surge un texto fragmentario, adherido a las prisas y al cansancio de la vida de alguien que poco a poco, pierde el entusiasmo, porque no tenemos ni tiempo, ni dinero para crear a la altura del canon de aquell0s que sí lo han tenido. Chesán nos aconseja deshacernos del poso del canon literario occidental heteroseñoril y de la idea que parece que dirija nuestra escritura: la originalidad, en el sentido de superar la tradición, pues no todes hemos tenido el tiempo de conocerla o, simplemente, no nos interesa y nuestros ojos se desvían y hacen emerger otros textos posibles. Aquí Chesán nos dice que tal vez nuestra originalidad es otra manera de ver y experimentar el mundo.


Escribí, no os quiero engañar, el inicio de esta carta muy enojada porque me pagaron poquísimo por-una-cosa-en-un-sitio-cuyo-nombre-no-me-acuerdo y con la sensación de que cada día, un poquito más, pierdo ese entusiasmo que tanto gusta y que tan fácil justifica el trabajo gratis. Y porque estoy cansada y cabreada y sé que la meritocracia no existe, que mi esfuerzo no siempre tendrá recompensa y que me pasan cosas por suerte o por desgracia. “El talento está en todas partes; la oportunidad, no”, dijo Idris Elba. Así que…
Amigues, solamente puedo deciros, si podéis y arañáis el tiempo necesario, escribid, pintad, montad saraos y apoyad a vuestros seres queridos en aquello que hagan con los pocos recursos que tienen. Nos empuja y nos anima a tirar pa’lante. Esto va para vosotras, gentecilla cansada, por las que trabajan, por aquellas que no pueden hacerlo, por las que escriben con vergüenza y sueño, por las sinvergüenzas que escriben en el trabajo, en el metro, en el bus, y por aquellas que no tienen suficiente tiempo pa’ escribir y solo lo hacen en sus mejores sueños y por ti, que rescatas un rato para leerme. Gracias infinitas, por hacer que os escriba con ilusión <3 :) <3
Os regalo unas palabras de Chesán, a modo de despedida esperanzadora:
[…] es muy importante que nadie invalide las obras que creamos, y mucho menos nosotros mismos. Que nos permitamos escribir cuando podamos y de la forma que podamos; leer en el formato que nos venga mejor y, sobre todo, no medir el tiempo como si todos los relojes fueran iguales, porque no lo son, porque un reloj de un oro que se ha extraído mediante el sufrimiento de los nuestros nunca será nuestro reloj.


Gracias, de verdad, miles de gracias, por leer y estar aquí, virtualmente, conmigo: Alba, Lorena, Alice, Alba, Laura, Natalia, Álex, Carla, Sara, Sergio, Patricia, Anabel, Andrea, Nai, Fernando, Héctor, Clar, Marc, Fernando, Paula, Isabel, Nuri, Nicoll, Anna, Milena, Maria, Anna, Lala, Tanit, Cris, Sandra, Irene, Daniel, Ari, Vinyet, Laura, Ana, Carmen, Graciela, Marta, Júlia, Martina, Oumayma, Sofía, Eva, Jan, Aitana, Yoli, Àngels, Valentina, Ferran, Mónica, Camil·la, Montse, Nis, Brenda, Paula, Miriam, Júlia, Alba, Narjis, Juls, Ruuby, Fresi, Felipe, Alba, Sandra, Nagore, Andrea, Helena, Joaquina, Jowy, Mireia, Laura, Marina, Enric, Alba, Lau, Cris, Maria, Eli, Ignasi, Paula, Bernat, Flor, Isa, Olaya, Antonio, Micaela, Brigitte, Liv, Mar Arnau, Anna, Maria, Miguel, Rosa María, Helena, Raisa, Daniel, Ainoa, Irene, Teresa, Suiry, Natalia, Júlia, Sara y Marina.
Si no ha aparecido tu nombre en la lista anterior y te apetece leerte por aquí, házmelo saber. Tal vez tu dirección de correo electrónico no me permite adivinar cómo te llamas. O, también, escríbeme si prefieres que te nombre de otra manera <3
Puedes leer más cositas que escribo, aquí. Si te apetece echar un vistazo a un proyecto fanzinero que estamos impulsando al ritmo que la precariedad nos permite, clica aquí. Gracias por la confianza, y… ¡viva la literatura que hacemos nuestra mediante la lectura, la escucha, acompañades, en solitud o en comunidad! 💗
Genial