💌Hola, queridísime lectorx,
Espero que, si has podido disfrutar de unas vacaciones durante el periodo estival, hayas retomado la rutina con calma, poquito a poco, sin agobios ni nervios de un día para otro. Estos son mis mejores deseos, aunque soy consciente de que la realidad es otra mucho más dolorosa. Clara López, quien lleva el proyecto @mesa.camilla, entre otros, reflexionó sobre la llegada de septiembre así:
Sin embargo, siempre siento mucha presión y una sensación de velocidad e imposición que, lejos de facilitar una transición calmada y realista entre agosto y esta vuelta a lo que nos han vendido como "realidad", se parece más bien a cuando alguien estalla una burbuja. No hay un espacio para poder aterrizar; un día estás de vacaciones y al día siguiente ya estás a las 07.00 de la mañana en el metro entre cientos de caras cansadas e igualmente nostálgicas por algo que, literalmente, estaban viviendo el día anterior.
Yo solo disfruté de una semana de vacaciones a principios de agosto, como ya os conté, pero la rutina llegó sin avisar, con mucho volumen de trabajo y otras cositas que me han hecho estar muy triste, y septiembre se ha transformado en un mes llenito de dificultades en todos los sentidos. Aún así, he disfrutado con mi gente querida porque:
Presentamos Mijina en la Festa Major de Bellvitge. Mi amiga Eva moderó la charleta, i Lala -coedietora de mijina- presentó el fanzine por primera vez.
Fui al zumzeig con mi querida amiga y artistaza Helena Laguna a ver “No se admiten perros ni italianos”
Con Anna, que es un solecito, hicimos una taula rodona sobre bisexualidad en La Terrissa <3
Lala y yo, después de las Festes del Prat y bailar FigaFlawas, charlamos en la playa y dejamos escrito en papel todo lo que hemos vivido este año.



Por suerte, recibí al mes de septiembre en Galicia, la terriña de mi amiga Sandra y de su familia. Me acogieron de maravilla y sentí que, de repente, como nos pasa a muches, tenía un sitio a donde volver. Era mi primera vez en Galicia y llegué con sed de historias. El padre de mi amiga pareció darse cuenta y, a pesar de que Sandra y yo nos turnábamos para elegir las canciones que acompañaban nuestro viaje, sus palabras surfeaban por encima de la melodía y me explicaban todo lo que veía, porque nunca es suficiente con mirar: árboles negros por el fuego, la frontera con Portugal, las historias de cómo hacían para no pasar hambre, los pueblos cercanos, la primera vez que vio el café, la lluvia que ya echaban en falta por Ourense y que nos decía, sin decirlo, que era uno de septiembre. Su tarea estaba clara: asegurarse de que yo no pasaba hambre y mantener el relato.
“No eres de un país, eres de tu infancia”
¿Cuándo acaba una guerra? ¿Cuándo puedo decir tu nombre y que solo signifique tu nombre y no lo que dejaste atrás?
Ocean Vuong
Los abuelos de Sandra se despidieron de Galicia muy pronto para marcharse a Alemania, a trabajar y a buscar de qué manera podían dar sustento a sus hijos, que se quedaron en una España muerta de hambre. Son las dos de la mañana, estamos sentadas en el sofá justo después de ver un vídeo de los xavales, de escuchar la última canción del Morad y de que Sandra me enseñe el primer álbum de Berto. Enfrente del sofá, a unos dos palmos por encima de la televisión, descansa una foto de sus abuelos, que ya no están aquí, pero que, de alguna manera, siguen aquí, al lado nuestro. De mientras, Sandra superpone su relato con el que teje mi mirada y me explica cómo consiguieron ganarse la vida y yo entiendo, mientras la escucho, que lo que ya no está -pero sigue aquí- hace que Sandra sea quien es.
Me explica que sus tías y su padre pasaban las navidades sin su familia, pues sus abuelos seguían en Alemania trabajando para hacer que su vida en Galicia fuera una posibilidad. Escucho cómo su padre trabajó durante dos años seguidos en el campo para poder irse a Barcelona. Como la historia de mis abuelos, mi padre, como toda mi familia, en realidad, aunque llegaran a la ciudad de al ladito, L’Hospitalet.
Veo en mi amiga la repetición de ese mismo gesto cuando, desde que la conocí, me explica las ganas que tiene de marcharse, de vivir fuera, de alejarse de lo que se supone que es nuestro hogar, o el que eligieron para nosotras. ¿Puede un cuerpo recordar que se sintió expulsado? ¿Heredar la sensación de desarraigo? ¿Por eso sentimos que nunca acabamos de pertenecer? ¿Qué recuerda nuestro cuerpo? Así lo constata Aleida Assman:
El boom de la memoria refleja el deseo generalizado de reclamar el pasado como parte indispensable del presente.
Estoy convencida de que visitar el pueblo de Sandra, escuchar cómo su familia me contaba su historia, era recordar, sí, pero también narrar nuestro presente y nuestra incertidumbre, que es compartida, y nuestro dolor, que aún existe y está aquí.



En la película de stopmotion No se admiten perros ni italianos (Alain Ughetto, 2022), el director mismo, que a través de sus manos explicaba la historia de su familia italiana migrante, menciona: “no eres de un país, eres de tu infancia”. ¿Qué te queda, cuando tuviste que marcharte del sitio donde creciste, para saciar el hambre? ¿De dónde se sienten aquelles que vienen detrás? ¿Qué heredamos? El miedo a pasar hambre y las ganas de recordar, hacer memoria -colectiva- y un poquito de justicia.
Marianne Hirsch acuñó el término posmemoria para intentar definir cómo el trauma puede transmitirse generacionalmente. Explica que hay vivencias que se transmiten de tal manera que parecen constituir nuestros propios recuerdos o incluso nuestros miedos. Beatriz Sarlo, siguiendo a Hirsch, constata que las segundas y terceras generaciones invocan un pasado que: “pese a no haberlo vivido -y sufrido- en su propia piel, de algún modo les pertenece y les constituye”.
Una generación o generaciones que crecen con el relato y las narrativas traumáticas de quien les precedió, un relato que se transmite a partir del afecto y que, por tanto, nos acaba constituyendo como tal. Por esa razón -y por muchas otras- amo estos versos de Natalie Diaz: “Me acuerdo de ti / no podría olvidar / mi propio cuerpo” <3
La tristeza y mis amigues
Hace unas semanas dije a Lala, una persona a quien quiero muchísimo, que hacía años que no estaba triste. Nunca suelo estar triste. Me refiero a esa tristeza con la que te duele el cuerpo entero. Ella me contestó “tienes suerte que amas todas las cosas”. He pensado mucho en ello desde entonces. A lo largo de mi vida me he sentido culpable por amar demasiado, por confiar en la gente y su mirada e incluso por ser muy sentía, por cuidar a quien amo y por esto y mucho más, que es lo que soy.
Pero como he estado muy triste y también he tenido tiempo para reflexionar… quiero daros las gracias: a vosotres, por leerme siempre <3 a mis amigues por cogerme de la mano estos días, por darme kleenex y por escuchar tremendos monólogos. Por cuidarme y hacer que no me sienta culpable por ello. A mi familia escogida: Narjis, Dani. A mi hermana, Aitana, que eres mi guía desde siempre. A Lau y a Lala por estar literalmente en todas partes y aguantar la tormenta y la calma, de después. A Nago, a Irene, a Vinyet, a Sandra, a Juls, a Anna, a Helena, a Niki, a Eli, a Oumayma, a Eva, a Jowy, a Marina, a Sofía… A mi mamuchi. A quien no nombro, pero sempre estareu dins meu, perquè sou una part de mi i de la meva vida. A qui ha sigut la meva família fins ara o fins sempre. A tu, que sé que em llegeixes i ja ho saps tot, perquè mai vam necessitar res, de les paraules. Gràcies.
Gracias, de verdad, miles de gracias, por leer y estar aquí, virtualmente, conmigo: Alba, Lorena, Alice, Alba, Laura, Natalia, Álex, Carla, Sara, Sergio, Patricia, Anabel, Andrea, Nai, Fernando, Héctor, Clar, Marc, Fernando, Paula, Isabel, Nuri, Nicoll, Anna, Milena, Maria, Anna, Lala, Tanit, Cris, Sandra, Irene, Daniel, Ari, Vinyet, Laura, Ana, Carmen, Graciela, Marta, Júlia, Martina, Oumayma, Sofía, Eva, Jan, Aitana, Yoli, Àngels, Valentina, Ferran, Mónica, Camil·la, Montse, Nis, Brenda, Paula, Miriam, Júlia, Alba, Narjis, Juls, Ruuby, Fresi, Felipe, Alba, Sandra, Nagore, Andrea, Helena, Joaquina, Jowy, Mireia, Laura, Marina, Enric, Alba, Lau, Cris, Maria, Eli, Ignasi, Paula, Bernat, Flor, Isa, Olaya, Antonio, Micaela, Brigitte, Liv, Mar Arnau, Anna, Maria, Miguel, Rosa María, Helena, Raisa, Daniel, Ainoa, Irene, Teresa, Suiry, Natalia, Júlia, Sara, Marina, Julia, Don Mendo, Alexandra, Stephany, Paula, Belén, Luisa, Julia, Joel, Mariana, Leandro, Alba, Joel, Nayara, Júlia, Nazaret, Sofía, Cristina, Judith, Drew, Nari, Júlia, Helena, Natis, Vicky, Eneko, Desireé, Flor, Andrea, Helena, Lydia, Laia, Laura, Isabel, Irene, Sofía, Elisenda, Yesi, Lluna, Luis, Felipe, Esther, Mónica, Anna, Sonia, Paco, Andreu, Daniel, Mila, Cristina, Javi, Vero, Sara, Marina, Lívia, Carles, Claudia, Julia, Marta, Marcel, Linda, Nerea, Yesi, Guiu y Lidia.
Si no ha aparecido tu nombre en la lista anterior y te apetece leerte por aquí, házmelo saber. Tal vez tu dirección de correo electrónico no me permite adivinar cómo te llamas. O, también, escríbeme si prefieres que te nombre de otra manera <3
Puedes leer más cositas que escribo, aquí. Si vienes a la Tarda Bibollo que organizo con Drew en La Terrissa, nos vemos allí :) Espero que haya sido un buen mes de la bisibilidad bi y que tengáis una buena libra season (soy libra!).
Gracias por la confianza, y… ¡viva la literatura que hacemos nuestra mediante la lectura, la escucha, acompañades, en solitud o en comunidad! 💗
Nuria qué sufrimiento la vuelta a septiembre, pero qué bonic leerte amor :_)
Que bonitoooo